Negros y Mestizos aportan esencias muy firmes a nuestro cóctel, ambos participan de los mismos elementos que ingresan en la composición étnica de Cuba, pero todavía se continúan tejiendo conspiraciones de silencio con relación al protagonismo y verdadero papel del negro en la historia, la política y la cultura. La construcción de la ciudadanía sería imposible explicarla sin la presencia de aquellos, pues además de ser parte de su perfil espiritual es uno de los núcleos sociales que figuran en el escenario nacional desde su desarrollo fundacional, jugando un papel desicivo en la formación de la nacionalidad, imponiendo su presencia con su sangre, su sudor y sus lágrimas. Aún así, los afrodescendientes buscan el derecho a tener derechos; para la mayoría de ellos lo difícil no es ser hombre, lo difícil es ser negros en una sociedad narcisista e intolerante, donde continúan siendo el ingrediente nacional más dañado y excluido. El resultado de todo ello sigue siendo uno: continúa el dolor histórico de la discriminación racial; el racismo continúa ampliando sus espacios.
Es impresionante la cantidad de afrodescendientes que a lo largo de nuestra historia han marcado impronta en todo los campos. Sin embargo aún se les niega su presencia física en los espacios mediáticos; y es que el negro continúa condenado al muladar, es el cubano invisible que lejos de ser protagonista se ha convertido en sujeto sin historia en la memoria tanto oficial como colectiva; esa que se ha construido desde el poder. Marginado de las grandes narrativas historiográficas escritas sobre grandes hombres y eventos, todavía el miedo al negro, como doctrina y herramienta de control social nacidas durante la colonia, es aplicado en la Cuba epidérmica. El racismo no es solamente una ecuación silenciada, esta conectado a nuestra educación sentimental, es una encrucijada de dolor que impide la reconciliación de lo cubano.
Rehabilitar los valores aportados por los afrodescendientes surge como un grito por el derecho a la vida digna, por el derecho a la diferencia, y constituye un compromiso de toda la sociedad defender la voluntad de integrar al negro a la unidad nacional, combatir alienaciones y prejuicios, recuperar identidades como un espacio de afirmación y descubrimiento del sujeto, restaurarle al negro su linaje o al menos dar cuenta de que existe. Esa debe ser nuestra obsesión, pues en el imaginario social esta cómodamente instalado la idea de que los negros solo sirven como músicos y deportistas, o de que todos los negros no son delincuentes pero casi todos los delincuentes son negros, en lo que resultan ambientes de apoyo estimulados por los medios de comunicación.
La historia social del negro es desconocida; esta laguna estimula la auto discriminación y la baja autoestima en los mismos. Todo porque la historia de Cuba continúa siendo hegemónicamente blanca. La familia negra o mestiza, y sus redes de parentesco, están casi ausentes de nuestra historia escrita y audiovisual, las conspiraciones esclavistas, el cimarronaje, el papel jugado por las cofradías y los cabildos de nación marcaron impronta en la sociedad civil como espacios privados donde los negros atesoraron sus culturas de resistencias, no solo para recrearlas sino para transmitirlas a sus descendientes; sociedades que se caracterizaban por la pluralidad social y económica de sus membresía, muchos poseían propiedades urbanas y rurales, otros carecían de bienes inmuebles. Por su parte las cofradías católicas de pardos y morenos se establecieron durante la colonia como espacios de sociabilidad de las elites negras, la formación de milicias y batallones de pardos y morenos cuyos comandantes eran nombrados por el capitán general de la isla, gozaban de un prestigio social dentro y fuera de su sector, y disfrutaron del prestigio de las armas y la influencia del dinero.
En la historia social, política y cultural cubana brillan con luz propia músicos como José White y Brindis de Salas bautizado como el paganini negro, Bebo Valdés, Bola de Nieves, Zenaida Manfugás excelente pianista discípula de Ernesto Lecuona exiliada en Nueva York, Mercedita Valdez bautizada por Fernando Ortiz el tercer descubridor como la pequeña Ache, Celia Cruz, la rumbera Ninon Sevilla, Celeste Mendoza la reina del guaguancó, Xiomara Alfaro, la concertista Rosario Franco, Paulina Álvarez la emperatriz del danzón, el pianista Huberal Herrera el mejor interprete vivo de la obra de Lecuona e Ignacio Cervantes y Paquito D» Rivera, un saxofonista que baila en casa del trompo. En el campo de la pedagogía y la ciencias sociales destacan Antonio Medina Céspedes bautizado como el José de la Luz Caballero negro, el etnólogo y profesor universitario Carlos Moore residente en Brasil, el investigador José Luciano Franco, Rómulo Lachatañere, Juan Benemelis y Walterio Carbonell; en la rebeldía y la política algunos cimarrones famosos como Ambrosio Congo, Antonio Mandinga, Domingo Macua, Pascual Betancourt, Patricio Agramonte, Miguel Carabalí ( Tigre Negro ), Madre Melchora, Caniqui, Mata Perro, los hermanos Caoba y Sabicú, patriotas como Antonio Maceo, Guillermon Moncada, Aponte, Martín Morúa Delgado, Juan Gualberto Gómez, Salvador García Agüero, Blas Roca, Jesús Menéndez, Aracelio Iglesias, Generoso Campos Marquetti, Prisciliano Piedra, Rafael Serra, Lino D Ou, Norberto Arrechea Ayala quien en la década del 40 alcanzó el grado de comandante en la marina de guerra.
La prensa republicana contó con la pluma de Gustavo Urrutia, Ramón Vasconcelos, Alberto Arredondo, Manuel Cuellar Vizcaíno, en la poesía Cristina Ayala , Georgina Herrera y África Céspedes, en la plástica los escultores Teodoro Ramos Blanco y Agustín Cárdenas, los pintores Roberto Diago, Manuel Mendive, Juan Roberto Diago, Belkis Ayon, Maria Magdalena Campos, Eduardo Roca quienes dignifican la belleza estética de la raza negra, en la danza comtenporanea y clásica se destaca Ramiro Guerra, Andrés William, Caridad Martínez, Catherine Zuasnabar y Carlos Acosta, en el cine Sara Gómez y Sergio Giral, como dramaturgos Alberto Pedro, Eugenio Hernández Espinosa, Tomas González y Maite Vera. Todos ellos junto a dentistas, pedagogos contribuyen a dignificar la estatura intelectual de la raza negra.
Los negros en Cuba no solo eran o habían sido esclavos, en la isla siempre había existido una población negra y mestiza con varias generaciones libres capacitada para la vida pública y social como cualquier descendiente de peninsular. Esta es una parte de nuestra historia silenciada, que aún no se visibiliza, la cual se hace necesaria para que los afrodescendientes cubanos se sientan orgullosos de la zona más amable de su historia. Mientras tanto en la Cuba de hoy continuamos anclados en el callejón de la mala fama, sobreviviendo a la idea de cómo ser negro y no morir en el intento.
Coordinador Nacional del CIR