Afrocubanas: historia, pensamiento y prácticas culturales es la más reciente compilación de las investigadoras cubanas Daisy Rubiera Castillo e Inés María Martiatu Terry bajo el sello editorial de Ciencias Sociales. La invisibilizacion y estereotipos hacia la mujer negra y mestiza continúa siendo una agresión a su autoestima e identidad. Para ellas racismo y discriminación en la Cuba contemporánea es una saliva amarga. Cada una de las autoras de los ensayos es consciente de que ambos elementos son ejercicios de perpetua y obstinada ceguera, mal interpretados por la narrativa política del poder.
Afrocubanas además de ser todo un mapa generacional, es el pretexto para visibilizar a esas mujeres que también tejen la compleja historia de la nación cubana. Mujeres que con la acentuada autoestima de ser afrocubanas, manifiestan su propia rabia pues llevan tatuado el dolor en la piel. Ellas son el grito de una conciencia lastimada, son mujeres sobre cuyas vidas y sueños gravita el ruido de las cadenas pues aun escarban en sus más íntimos latigazos.
Ellas rechazan los límites impuestos desde la perspectiva del sujeto dominante. No solo en su lenguaje habita el dolor, en el cual se traducen hoy de manera desgarradora, sus destinos y conflictos. También se atreven a pensar en voz alta, grafican sus modos de verse, dudan y no aceptan el ajiaco de la “cubanidad” que distorsiona su propia realidad e idiosincrasia.
Desde el poder de las palabras y el pensamiento, ellas asumen su propia guerra santa. Con voz suave, pero enérgica y firme desmontan estereotipos y los espejos de violencia de una sociedad patriarcal y narcisista. La antología además de ser un ejercicio de la memoria, es una acción de desobediencia e insubordinación pues ellas dibujan las interrogantes mas amargas de la cuales la mujer negra continúa siendo la más ofendida.
Esta obra esclarece los vasos comunicantes entre literatura e identidad, entre género y raza pues aportan elementos claves para la comprensión de fenómenos de ayer muy conectados a la realidad de ahora y de hoy. Son protagonistas de una conciencia étnica siempre en alerta. La travesía íntima e inicial del libro permite que la memoria sea descongelada, al sumergirnos en los textos de importantes mujeres negras que desde el periodismo ciudadano jugaron un importante papel en la Cuba republicana. Son los casos de Carmen Piedra, Inocencia Silveira, Catalina Pozo Gato y Arabella Oña junto a Pastora Mena y Vicenta García de Estenoz todas desconocidas en la más reciente historiografía y textos escolares.
En los textos de Lazara Menéndez, Aymee Rivera, Coralia de las Mercedes Hernández y Lourdes Martínez Echazabal se resalta el nacionalismo de Belkis Ayón, Gloria Rolando Casamayor, Excilia Saldaña y Nancy Morejón. En la mirada de Carmen González Chacón y María Ileana Faguaga Iglesias, se visibilizan los rostros de la violencia y los estereotipos. En el repaso que hacen Yusimi Rodríguez, Yesenia Selier, Sandra del Valle Casals, Yulexis Almeida y Yohamna Depestre Corcho se traducen los imaginarios de una sociedad en la cual la mujer negra además de ser victima de una violencia erótica calculada, continúa anclada en el callejón de la mala fama. Sandra Álvarez Ramírez (autora del blog Negra Cubana tenia que ser) teje los hilos invisibles de una patria secreta, tomando como punto de partida, su mirada más personal sobre uno de los tantos documentales de Sara Gómez aun no exhibido “Mi aporte”. Otras voces estudiadas son Teresa Cárdenas Angulo cuya narrativa se asoma a los que sufren la estrechez y limitaciones de los guetos marginales de una sociedad en crisis.
Vale la pena destacar el aporte hecho por Daisy Rubiera Castillo en cuanto al patrimonio religioso, oral y ético heredado por las sacerdotisas de Ifa y las santeras de la Regla de Ocha. Mujeres que se destacaron por su sabiduría como Ña Matilde Zayas, Fermina Gómez, Ma Monserrate González Ochabi, Arabia Oviedo, sacerdotisa de Oya y otras a las cuales se les hace justicia. Cada unas de ellas, desde la diferencia localizan la voz de la discriminación, exigen ver el rostro discursivo del racismo, intentan desmontar el oportunismo y frenar el doble discurso que hay en cuanto a la problemática racial cubana.
No son estatuas de sal, son CIMARRONAS. Voces que se protegen, se defienden, cierran filas y apuestan por la construcción de un pensamiento descolonizado. Ellas sienten la urgencia de recuperar nuestra memoria radical la invisibilizada, no por paternalismo sino por derecho propio. Son mujeres que toman por asalto los espacios negados y cuestionan los modelos impuestos desde la hegemonía del poder. Descifran la realidad y logran una verdadera emancipación desde la estética del dolor y la tierna gramática de las palabras.
Una próxima antología hecha por afrocubanas, tiene la obligación desde la política de la memoria, visibilizar los aportes de otras mujeres confinadas al mercado del silencio en lo que estarían los ensayos de Odette Casamayor Cisneros y Guillermina Ramos Cruz. Los aportes de mujeres que se han destacado como excelentes pedagoga e interpretes en el campo de la música como Zenaida Manfugas, Rosario Franco, Zoila Gálvez, Yolanda Hernández y Tania León . Los testimonios de verdaderas joyas del ballet que en Cuba no pudieron ser Giselle por ser negras como las destacadas bailarinas Caridad Martínez y Catherine Zuasnabar, lo de actrices como nuestra singular Julieta, la muy recordada Betina Acevedo y nuestra única María Antonia, la irrepetible Hilda Oates.
Merecen un espacio también otras que desde las artes visuales se vienen ocupando de comunicar las esencias de la isla, visualizan las heridas de la esclavitud y le dan un merecido lugar a la belleza estética afro como Gertrudis Rivalta, María Magdalena Campos Pons y Paulina Márquez. Son parte de una generación que siempre aprendió a mirar desde la sospecha. Tampoco se puede pasar por alto la labor pedagógica de la inolvidable Leyda Oquendo y Elvira Cervera, de la cuales su mejores lecciones han sido sus propias vida de modestia, entrega y firmeza para mantener fidelidad a sus convicciones y principios. La cultura Hip Hop que se registra en labios de mujer cuyas protagonistas son grafiteras, disjeys, trabajadoras comunitarias así como magnificas Mcs a las que hay que reservarle un lugar junto a quienes desde la comunidad Rastafari también empoderan a la mujer desde las márgenes.
Esta compilación no deja de ser un manifiesto que reivindica la belleza negra como valor estético. Ellas amplifican su voz, intentan construir el poder desde abajo, desde la política de la diferencia e imponen ejercicios de libertad, sobre la dignidad de ser Afrocubanas.
Juan Antonio Madrazo Luna
Coordinador Nacional del CIR