La Habana como galería plural es un espacio social de periferias verticales y horizontales. Ciudad domestica marcada por regiones y segmentos, por zonas francas de confesiones y simulacro. Ciudad travesti y ciudad tribal en la cual reina el mestizaje, ciudad espejo de varios mapas de su identidades. Es el laberinto interno de tradiciones culturales diferenciadas, por origen, por educación, por necesidad de intercambio humano.
En esta ciudad conquista de erotismo plural y mordida. Ciudad pasarela donde la Habana son los cuerpos, marcada por fronteras internas y dividida entre pobladores normales e intrusos florecen las tribus urbanas que se identifican como Emo, Repa, Rockeros, HipHoperos, ChatI, Fresa, Tuerca y Rastafari.
El Rastafari cubano es parte de ese movimiento de resistencia social que se niega a aceptar los valores impuestos por la ideología en el poder. Se manifiestan como cimarrones urbanos, no son parte de la Habana dinámica, la ciudad donde residen los poderes políticos, económicos, donde gustan los turistas y los precios de boutique son del primer mundo.
Son ciudadanos de una Habana contaminada por una excesiva población flotante, marcada por la vida dura del gueto. Una Habana Sur poblada por cuarterías, barrios estruendosos de sinfónicos metales, insalubres y anónimos. Vista como el patio trasero de la ciudad, barrios que no están registrados ni en los planos ni maqueta, es la ciudad de las sombras, fácil metáfora de la pobreza donde los edificios son solares verticales.
En este espacio citadino áspero y cordial habita el Rastafari. Son parte de una identidad cultural microsocial asumida fundamentalmente por la juventud negra y mestiza. Se distinguen socialmente como afrocubanos, utilizando el prefijo como mecanismo lógico de defensa y resistencia. Consideran que viven en una sociedad en la cual el sujeto negro es victima del racismo. El Rastafari cubano se desarrolla en un ambiente hostil, son cotidianamente hostigados por la policía, son blancos de discriminación en el empleo e indiferencia en el imaginario social que los mira como un extraño tejido.
Estas experiencias fortalecen sus ideas en torno al orgullo racial. Identifican entre sus líderes a Haile Selassie, Jomo Kenyatta, Kwame Nkrumah, Patrice Lumumba y Marcus Garvey. En la ideología rasta en Cuba, la discriminación racial es una fiel representación de Babilonia. Están consciente que el racismo continua anclado en la sociedad cubana como herencia histórica y se reproduce cotidianamente. El miedo al negro es parte de las narrativas sociales y política de la cual este grupo identitario no escapa, lo cual experimentan dificultades para su integración pues son visto como una amenaza al orden social.
Los medios audiovisuales son ambientes de apoyo que desde el prejuicio atentan contra la ética Rastafari, su filosofía es estereotipada tomando como punto de partida el uso del ganga o marihuana la cual no la reconocen como droga sino como hierba milagrosa, comida espiritual o hierba de la sabiduría. El Reggae se perfila como parte de su orgullo racial teniendo como máximo exponente a Bob Marley, Peter Tosh y Jimmy Cliff.
El Rastafari cubano apuesta por la integración. Desprecia al blanco y al negro racista, también al mulato alienado. Son parte de una ciudadanía de la cual se sienten orgullosos, protegen y defienden que su identidad no sea travestida.
Coordinador del CIR