Andrés Puentes Roca y Alexis Cardona Castillo son de esa generación de artistas que nacen de la propia entraña de la tierra. Ambos tienen su propia carta de presentación, los une el haber nacido en la oriental ciudad de Santiago de Cuba y el habitar en los márgenes de La Habana Sur. Los marca la hostilidad desde su condición racial y el desvelo por las artes plásticas.
Andrés Puentes Roca (1963) es un artista de formación autodidacta, el cual se ha desempeñado durante una parte de su vida en diversos oficios, como albañil y pintor de brocha gorda. En 1986 se traslado a La Habana donde comenzó a sistematizar sus trabajos plásticos y a explotar las posibilidades artísticas del paisaje inspirado en la obra de ese celebre paisajista cubano Tomas Sánchez.
Su niñez en su natal Santiago de Cuba no fue nada feliz, la inestabilidad de los padres y la situación económica familiar lo marcaron ya a los 9 años de edad. El campo se convirtió en su refugio, quizás porque era allí donde encontraba todo aquello que su yo demandaba: paz, armonía, belleza y tranquilidad.
A quienes conocen su pasado, les viene a la mente un nombre y una leyenda: Ángel Acosta León (El Novio de Cuba), un artista que hizo arte de los objetos antiestéticos que adornaban su entorno, los humanizo y animo. Puentes Roca desde su voluntad y talento innato responde en otra alternativa. Evadiéndose del ambiente tan degradante en el cual aun vive. El amor al lienzo le permitió respirar, su entrega incondicional a la plástica lo rescato del vicio de la droga y el alcohol. Su vida es todo un testimonio de angustias.
Su instinto plástico descubre en el paisaje cubano la razón de su propia existencia. Le interesa la dulzura que tiene el color. Es un enamorado del paisaje, todos totalmente cubanos bañados por la luz. Es un artista que busca el naturalismo en toda su expresión y lucha por conquistar una obra semejante a la realidad. Bebe del pasado y del presente según sus necesidades expresivas, manifestándose en cada una de sus expresiones un particular acento poético,
La obra de Alexis Cardona Castillo (1965), también de formación autodidacta, por el contrario tiene una relación más directa con la realidad inmediata y cercana. Particularmente es un arqueólogo en cuanto a la historia social, cultural y política del negro en Cuba. Cardona como artista plástico pasa a ser un protagonista más entre los muchos personajes que pueblan su obra.
Es impresionante su habilidad en cuanto al dominio de la anatomía humana. Maneja a su antojo, el ejercicio del choteo y la ironía como elementos consustanciales en cada una de sus propuestas.
En su obra, la mirada al pasado no es nostálgica, se siente asaltado en la intención de contribuir a reescribir una historia que le ha llegado fragmentada e incompleta con innumerables espacios de silencios. Para el es importante la restauración del protagonismo y empoderamiento del negro como sujeto social y político. Eso lo ha llevado a construir anécdotas que contribuyan a descifrar la psicología social del cubano. No esta permitido la simulación y las mascaras en su obra, no tienen acceso libre. Retrata con sinceridad y sin tibiezas nuestras circunstancias. Es un comunicador que desnuda metáforas y pretextos. No celebra la realidad, la interroga, establece vasos comunicantes entre la historia y el universo de la artesanía. A la historia no la seduce, la viola, la interroga, le traza rutas en el tiempo.
Muestras personales, exposiciones colectivas y retratos de grupo en un radio de acción domestico muy estrecho, se ha dado a conocer la obra y el talento de estos artistas. Lamentablemente aun es débil la presencia de su obra en el panorama nacional. Son protagonistas de los márgenes, cimarrones urbanos que sienten el orgullo de ser negro.
Ambos trabajan sin reposo y logran desde la autonomía, la fundación de su propio discurso estético que le permite navegar por las aguas turbulentas.
Coordinador Nacional del CIR