cuba-rumba(Por Cubanet) La recurrencia del tema racial en los salones de la intelectualidad cubana no logra concretar avances, ni a la sombra del poder. En Cuba lo negro no tiene fijador si no es aferrado a una tumbadora, la tarima de un agro mercado estatal, o a un terreno de béisbol. Las  desventajas por el color de la piel se mantienen en todos los estratos de la sociedad, aunque ya en los inicios de la  revolución se dieron por terminados oficialmente los prejuicios raciales en el país.

Desde la prohibición del documental PM (1961) por presentar «sólo negros bailando», al decir de un censor, el tema de la «gente de color» en la cultura cubana se convirtió en tabú. Los 36 libros de todos los géneros escritos y publicados entre 1960-1965 por intelectuales negros en la editorial El Puente, también fueron eliminados del acervo cultural de la nación.

El cierre de la editorial y las represalias contra sus integrantes, acusados de propagar la homosexualidad, el Black Power, de publicar a exiliados y tener relaciones con extranjeros, demostró la desigualdad de oportunidades entre blancos y negros en el país.

Las causas de su clausura, afirma el ensayista Roberto Zurbano, integran  «ese capítulo perdido de la historia de la literatura cubana en el período revolucionario que nuestros grandes textos críticos e historiográficos, silencian con la mayor tranquilidad».

Pero no sólo El Puente fue objeto de una demolición racial. Los temas relacionados con las religiones y cultos de origen africano, también quedaron excluidos por muchos años del arte y la literatura nacionales.

En la actualidad, para la gran mayoría el tema racial sólo se mueve en los foros mediáticos hacia el exterior, las revistas especializadas y los encuentros para hablar sobre lo mismo en el interior.

El proyecto cultural Color Cubano, creado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) para dar seguimiento a los actos discriminatorios en el sector, no cumplió sus propósitos en diez años de gestión. Igual resultado se le augura a la recién creada Comisión cubana contra la discriminación racial.

Por otra parte, el documental Razas, realizado por Iván Corbalán para el Instituto Superior de Arte (ISA), si bien demuestra que existe la discriminación, se queda en la sala oscura de la UNEAC.

Las opiniones sobre el tema expresadas en el documental por etnólogos, africanistas, artistas, escritores y funcionarios, se apagaron al unísono con el proyector. De poco sirve que hace unos días,  en Casa de las Américas, se presentara el libro La problemática racial en Cuba, de Esteban Morales, si no se pone al alcance de los marginados por el color de su piel.

Tampoco contrarresta la discriminación que se continúe paseando por la Ruta del Esclavo en los mapas y jardines de la casona del Vedado donde radica la Fundación Fernando Ortiz. Si 2011 fue declarado por la ONU Año Internacional para las Personas de Ascendencia Africana, es hora de que los debates sobre la discriminación racial crucen la frontera del color.

Ya es tiempo de que en Cuba se sienten a la mesa de la integración las sombras de los dos abuelos, aquellos del poema de Nicolás Guillén, el blanco y el negro, fundidos a partes iguales en el rostro de la identidad nacional.

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