Desde el lunes 9 de mayo de 2011 circula un texto titulado: Frente a los retos del color como parte del debate por el socialismo. Es un texto, aparecido en su propio blog, escrito por Esteban Morales Domínguez, economista y especialista en relaciones Cuba-Estados Unidos.
Como quiera que las ideas y posiciones que sostiene reflejan los matices académicos del posicionamiento político del gobierno cubano en cuanto al tema racial, conviene dejar sentado que nuestra respuesta no personaliza el razonamiento. El CIR proviene de una tradición en la que no se sustituye la discusión intelectual de los argumentos por la destrucción moral del adversario.
Es importante que el mismo autor refiera en su texto que la «confrontación no tiene un carácter violento, sino pacífico y ni siquiera, aún, el de un enfrentamiento personal directo«. Lo cual supondría una triple ganancia: para el debate de ideas, para la nitidez del argumento y para empezar a quebrar, en un sentido fundamental, la lógica colonialista que el mismo Morales Domínguez reconoce. La fuerza del diferente en el poder ha provenido, justamente, de su capacidad para poner a pelear entre sí a los iguales. En este caso a los negros.
Frente a los retos del color como parte del debate por el socialismo es un texto que merece ser contestado. Y en el CIR creemos que merece ser analizado en los términos que sugiere su autor. Desde el principio, en su propio título, se reflejan muy bien los conceptos que desde el poder limitan un enfoque más apropiado del tema.
De color somos todos los seres humanos. El racismo en transición acuño el término de gente de color como eufemismo psicosocial para referirse a quienes no aceptaba desde su identidad epitelial. Era y es una operación cultural de limpieza a través de la cual se suprime la distinción diluyendo la diferencia, para negar después todos los contenidos culturales de la condición negra y promover lo que en la ideología cubana se conoce como color cubano. De color refleja por tanto una máscara interpuesta entre la mentalidad colonial dominante y la del dominado -que le condiciona- e impide ver las identidades raciales y sus reivindicaciones autodefinidas.