logo_cir3Por Jorge Olivera- Sindical Press

El presidente del Comité  de Integración Racial (CIR), Juan Antonio Madrazo, retornó a su casa después de las 8 de la noche. Había salido temprano, escoltado por un par de policías vestidos de civil. Era un arresto. La manera de abortar una tertulia literaria.

Juan González Febles no alcanzó a sacar su libro inédito de la mochila para leer algunos textos y comentarlos con el resto de los invitados. La iniciativa fue aplastada con el garrote de la impunidad. ¿Por qué tanto recelo ante una pequeña reunión para interactuar desde y para la cultura? ¿De qué otra manera se podría catalogar la actuación policial, que no sea de abuso flagrante a los derechos humanos?

¿Por qué Madrazo tuvo que ser detenido y finalmente abandonado, al final de la tarde, en un alejado paraje del municipio Rancho Boyeros a más de 20 kilómetros de su casa?
Esto explica la nula disposición a ampliar los límites de una tolerancia tan voluble como las olas del mar. Lo que ayer era admitido mañana puede ser prohibido.

Como las demarcaciones para el usufructo de las libertades son invisibles, la fuerza se usa a discreción, algo que subraya el carácter dictatorial del sistema cubano.

Afortunadamente, a Madrazo no se le inventó una causa, como paso previo a un juicio sin las debidas garantías procesales, y la prisión. Sólo tuvo que soportar amenazas, la retención en una estación policial y posteriormente el abandono en El Wajay.

Esa es la metodología para sembrar el terror en la familia y dejar el clásico mensaje de intransigencia hacia cualquier iniciativa que se salga de los márgenes del Estado.

Tal vez otro día tengamos mejor suerte. Va y el censor se queda dormido o simplemente le sale de sus entrañas dejar que las actividades impulsadas por el Club de Escritores de Cuba (CEC) se puedan realizar.

Así vamos hacia el fin del año, y no se ven señales de que el entorno sea favorable a una apertura del ejercicio de los derechos civiles y políticos.

Por el momento, hay que celebrar que Madrazo regresó a su casa sano y salvo. Lo que nunca olvidaré  es el viernes 9 de octubre de 2009. Otra fecha a tener en cuenta a la hora del inventario de las arbitrariedades.

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