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¿Es este el beneficiario de la solidaridad que ve la señora Bárcena?

Las declaraciones de Alicia Bárcena, Secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina de la Organización de Naciones Unidas (CEPAL), a su paso por La Habana llenaron de sorpresa y estupor a los ciudadanos que pudieron escuchar su muy particular visión de la realidad cubana.

La señora Bárcenas, en su encuentro con la prensa nacional, elogió los sistemas de educación y salud, según sus propias palabras, precisamente porque son un sistema. La funcionaria de la ONU se manifestó satisfecha porque, de acuerdo a su criterio, los planes de desarrollo del país se fundamentan en el financiamiento propio a partir del crecimiento de la productividad de la economía nacional y con solidaridad.

Varios conocidos presa de la inquietud me comentaron lo inaceptable de tales valoraciones, un vecino, sin disimular su enojo, me preguntó ¿Qué Cuba visitó esta señora? Para después extenderse en una disertación sobre las atrofias estructurales y los traumas que agobian a la sociedad cubana.

En realidad no son pocos los observadores, interlocutores y especialistas foráneos que proyectan una imagen distorsionada de la realidad nacional. Algunos conceden mayor peso a sus intereses y compromisos con el régimen que a la necesaria objetividad del especialista y simplemente repiten sin sonrojo lo que las autoridades de La Habana necesitan escuchar.

Sin embargo, en este caso, se supone que por el rango y la responsabilidad de la funcionaria deben ser mucho mayores el nivel de imparcialidad, objetividad y solidez de la información que sustenten sus criterios y valoraciones.

En varias ocasiones la CEPAL ha expuesto juicios sobre la economía cubana bastante polémicos y distanciados de la realidad.

En este caso la funcionaria tal vez reconoce como sistemas a los servicios de salud y educación porque son monopolio del Estado, lo cual implica nominalmente una total cobertura garantizada por el gobierno, que no concede participación a otros actores sociales en tan importantes ámbitos de la vida social.

La secretaria ejecutiva de la CEPAL debe entender que el monopolio estatal, además de la manipulación y el tutelaje ideologico, no ha logrado impedir la baja calidad del proceso docente-educativo, el pobre aprovechamiento académico, el éxodo de maestros que huyen de la mala remuneración, o el alto índice de corrupción docente que ya constituye una vergüenza pública no reconocida por las autoridades.

Uno de los mayores vía crucis del cubano de a pie es tener que disfrutar los beneficios de ese sistema de salud que elogia la entusiasta visitante. Carencias extremas en lo material y una epidemia de mala atención caracteriza a los centros asistenciales de todo el país. ¿Cómo hablar de un sistema de salud adecuado en un país donde no hay leyes contra el tabaquismo y el muy toxico asbesto sigue siendo uno de los principales materiales de construcción de uso común y extendido?

No me canso de decir que si el sistema de salud cubano gozara de mínimas cotas de calidad los gobernantes y los turistas extranjeros no tuvieran sus propios hospitales y los trabajadores de la salud no abandonarían a hijos y pacientes para buscar en otras latitudes los beneficios materiales y el reconocimiento profesional imposible de encontrar en Cuba.

Pero donde el onírico desquiciamiento de la Secretaria llega a límites insospechados es cuando concede alguna posibilidad a la economía cubana, sin percatarse que después de liquidar todas las bases productivas del país los gobernantes cubanos se niegan a hacer las transformaciones estructurales necesarias para impulsar el renacimiento material de la Isla a partir de reconocer a los cubanos espacios y derechos económicos.

Como es posible que esta señora vea solidaridad donde el gobierno cubano ha roto el contrato social que daba sustento legitimador al proyecto revolucionario, donde cada medida socioeconómica ahonda el desamparo y la polarización que ya caracteriza a la actualidad cubana.

Hoy, junto a una minoritaria élite económicamente encumbrada crecen en Cuba los bolsones de miseria y desesperanza, así como el deplorable espectáculo de indigencia y mendicidad que esta señora fue incapaz de apreciar a su paso por La Habana.

Al parecer la secretaria soñadora abandonó feliz la Isla para regresar al gélido y efervescente Nueva York sin darse cuenta como La habana y todas nuestras esperanzas se derrumbaban a sus espaldas.

Leonardo Calvo Cárdenas

Historiador y politólogo

contacto:  elical2004@yahoo.es

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