Por: Misceláneas de Cuba
Se han cumplido, el 21 de octubre de 2009, tres meses de injusto encarcelamiento para el Dr. Darsi Ferrer Ramírez. El destacado luchador por los derechos civiles y miembro fundador del Comité Ciudadano por la Integración Racial (CIR), resiste, ahora con una segunda huelga de hambre, el mensaje deshonesto de las autoridades cubanas que pretenden codenarle atribuyéndole falsos delitos económicos.
Un país que prolonga la vida existencial de su Estado y de sus ciudadanos precisamente mediante la corrupción, se quebraría si tomara en serio sus pretextos legales.
Ferrer Ramírez no está preso por dos sacos de cemento, cien tiras de metal y cuatro ventanas o, como ha trascendido en estos momentos a través de su valiente esposa Yusnaimy Jorge Soca, también miembro del CIR, por defender con resolución la dignidad privada de su hogar y familia frente a la impunidad de vecinos instrumentados por la policía. No. Ferrer Ramírez está preso con la coartada de presuntos delitos, y en medio del raquitismo moral que afecta a individuos, comunidades y al Estado, por el simple hecho de querer cambiar con un estilo que combina la rabia acumulada con la fina inteligencia de un eficaz activista y comunicador social, el pobre estado de las cosas en Cuba.
Prisión esta que tiene un claro valor agregado. Porque con el castigo a Darsi Ferrer, el poder puede estar enviando un mensaje subliminal de culpa racial para quien no acepta un modelo incompatible con la estructura y cosmovisión mental de los cubanos, no solo de raíces africanas. No es un dato casual que la mayoría de nuestras prisiones estén pobladas de negros y mestizos.
Ello es el resultado de la infeliz combinación racialmente discriminatoria de un cuerpo constitucional y jurídico que hace dos cosas: legitimar mediante el artículo 5 de la Constitución la superioridad de una particular visión del mundo —la marxista-leninista— y criminalizar a través del Código Penal, en sus artículos del 72 al 90, todos los actos que considera como de peligrosidad social.
Solo así se puede explicar, en un país donde por fortuna el discurso, las prácticas y los proyectos racistas no se identifican con razas y colores de piel específicos— la estructura de dominación histórica por parte de una rancia minoría blanca, de la cual Ferrer Ramírez, junto a otros miles de cubanos, podría estar siendo víctima por culpabilidad añadida.
Frente a esta triste realidad, el CIR pide a todas las minorías raciales, étnicas y sociales del mundo, particularmente en las Américas, así como a todos aquellos sensibilizados contra la discriminación, solidaridad para con el Dr. Darsi Ferrer Ramírez, y todos aquellos que sufren injusta prisión.
Ferrer Ramírez tiene una amplia labor documentada de activismo civil y de comunicación social que merece todo el respaldo de la sensibilidad racial, étnica y social del mundo. Su trabajo de reflexión y análisis social será pronto circulado por el mundo, como una muestra de que a los marginados se les castiga exactamente por sus sensibilidades, para lo que siempre sirve como pretexto —describiendo el perfecto círculo vicioso del poder— el uso conveniente de las necesidades extralegales de esos mismos marginados.
Una campaña a favor del Dr. Darsi Ferrer Ramírez, como la que acaba de iniciar el militante antirracista cubano Carlos Moore, es una buena manera de luchar también contra la marginación y exclusión sociales.
Juan A. Madrazo Luna:Coordinador Nacional
Leonardo Calvo Cárdenas: Vicecoordinador Nacional