congreso-partido-comunistaComo en la época colonial, el actual gobierno de la Isla no está en condiciones ni en tiempo de reformularse así, de llevar adelante la  reestructuración política, económica, cultural… social, indispensable en la actual situación de estancamiento de la sociedad cubana. El último discurso del general-presidente de la República, Raúl Castro Ruz, evidencia que no existen soluciones, sino fórmulas que procuran la sobrevivencia de la actual dirigencia, especialmente de sus cuadros al más alto nivel, los autodenominados «históricos».

Presentando su informe ante el Congreso, en lo cual se extendiera más de dos horas, iniciaba la más importante cita del Partido Comunista por primera ocasión sin la presencia de su secretario general, Fidel Castro Ruz, llevado al escenario en las constantes citas de su hermano, y sin que se explicara su ausencia.

Con unas nuevas generaciones que casi en exclusiva ponen la mira y depositan esperanzas en su posible emigración, es interesantemente sarcástica, impúdica y punzante la insistencia en dedicar la cita a los jóvenes, incluso admitiéndose que no ha sido preparado el relevo de este gobierno que insiste en autodenominarse «Revolución», al tiempo que ejecuta constantes movimientos contra el legítimo desarrollo social, devorando a las fuerzas vivas de la nación.

Parecíamos sospechosos de apatía, de impertinencia o de pesimismo quienes no creíamos en las malamente teatrales puestas en escena de las «discusiones» de los lineamientos partidistas que, finalmente, serían discutidos en este séptimo Congreso. El discurso escuchado demostró que, lamentablemente, no había motivos para la esperanza. Los esparcidos augurios del reconocimiento de la pluralidad política quedaron rotunda y claramente rechazados. El destaque realizado en el informe, referente a retomar el leninismo, parecía un mal toque de extemporaneidad histórica, explicitaba una total incomprensión del eclecticismo ideológico del cubano, así como un provocativo y muy inconveniente capricho ideológico.

Se sabía que, en reiteradas ocasiones, los participantes en las previas discusiones de los lineamientos, escenificaciones ahora reconocidas por la prensa nacional como «amplio ejercicio de democracia», intentaron hacer planteamientos fundamentales, como el de las asimetrías etno-raciales y de la discriminación racial antinegra, siendo acallados y atacados con la argumentación de que no entendían la situación del país o de que esos no eran planteamientos de interés nacional. Ahora afirma el general que importa el planteamiento de un solo ciudadano; en la práctica, no obstante, no se nos permite la actuación con responsabilidad ciudadana.

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María I. Faguaga Iglesias

Historiadora y Antropóloga

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