Por: Fernando Ravsberg-BBC
El tema racial en Cuba es uno de los que menos se debate, tal vez por las apasionadas controversias que despierta. Ahora se puso sobre el tapete a partir de una protesta pública contra La Habana por parte de activistas negros de EE.UU., el Caribe y Brasil.
Tratando de descubrir cuánto racismo existe en la isla y cómo se manifiesta, BBC Mundo entrevistó a especialistas de diferentes colores políticos y recopiló distintos enfoques que, sin embargo, tienen algunos puntos de contacto.
Investigadores comunistas, opositores e independientes concuerdan en que es necesario un debate social sobre el tema, y seguran que la nación cubana no terminará de «cuajar» mientras la sociedad no reconozca el problema racial y le busque soluciones.
Lo cierto es que 130 años después de abolida la esclavitud en Cuba, los negros tienen inferiores puestos de trabajo, reciben menores ingresos, viven en las peores viviendas y son mayoría en las cárceles y una minoría en las universidades.
Curiosamente, a pesar de esta realidad, de las 17 personas negras –hombres y mujeres- que consultamos al azar en las calles de La Habana, tres no quisieron contestar y 14 negaron que exista racismo o prejuicios raciales en Cuba.
¿Racismo institucional?
Pedro de la Hoz, periodista del diario oficial Granma, es además miembro de la Comisión contra el Racismo de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Acaba de firmar una carta defendiendo a su gobierno de las acusaciones de los activistas negros de EE.UU.
«En Cuba no existe racismo porque no está institucionalizado. Lo que existen son prejuicios raciales», explicó a BBC Mundo y agregó que después de 500 años de racismo es lógico que sobrevivan actitudes prejuiciosas. «Lo más difícil es cambiar la cabeza de la gente».
«La Revolución creó un aparato legal que condenó el racismo, desmanteló el racismo institucional y benefició a los negros dando enseñanza gratuita y salud para todos», dijo de la Hoz pero recordó que existían «desventajas históricas acumuladas».
El periodista criticó la política aplicada por Cuba en los ’80 de promover cuadros negros a los puestos de dirección. «La vía de cuotas fue un ejercicio inútil, sólo es una estadística que no garantiza el desmontaje del prejuicio», afirmó.
«Hay que debatir el tema abiertamente, utilizar la prensa y la educación, apoyándose en las investigaciones sociales que ya existen». De la Hoz sostuvo que «la nación cubana sólo estará consolidada cuando culmine su fase integrativa (de integración racial)».
Racismo «cordial»
En el otro extremo del abanico político se encuentra Manuel Cuesta Morúa, un opositor negro, socialdemócrata y activista racial. A su juicio «en Cuba hay un racismo que se manifiesta en la historia, en la cultura, en la convivencia y en el plano ideológico».
«Socialmente es un racismo cordial, la gente se lleva bien pero cada uno sabe que tiene su compartimento. Se sintetiza cuando el blanco dice: este negro es mi amigo pero nunca será mi cuñado», afirmó a BBC Mundo el disidente cubano.
Reconoció que «la Revolución eliminó las barreras institucionales que impedían que los negros accedieran al ámbito social público y extendió los programas educativos y de salud, con lo que se benefició a los más pobres, entre ellos los negros», afirmó Cuesta.
Sin embargo, sostiene que «el principal error fue suponer que un gesto político podía barrer un acumulado cultural. En 1959 deberían haber creado políticas de acción afirmativa para reducir la desventaja que tenían los negros en relación a los blancos».
«Hoy el racismo afecta estructuralmente a la nación, el 80% de la población penal es negra mientras en las universidades son un porcentaje ínfimo. Sólo con un debate en el interior de la sociedad pueden aflorar soluciones a este problema, pero sería necesario que el gobierno se abra a ello».
Dos proyectos de nación
La antropóloga María Ileana Faguada es una investigadora independiente que cree que el tema del racismo ha quedado fuera de la agenda política. Tanto del gobierno como la mayoría de los opositores, «lo daban como un problema superado».
Sin embargo, la antropóloga sostiene que «el racismo es estructural, está tan arraigado en la sociedad que ni siquiera hay legislación complementaria sobre el tema, por lo que el articulado de la Carta Magna se queda en letra muerta».
«La Revolución perdió la oportunidad única en 1959 de comenzar el proceso de la descolonización, se cometió el error de equiparar todos los problemas, incluso el racial, al conflicto de clases, no se contextualizó el marxismo a la realidad cubana», nos explica.
Faguada afirma que ahora «lo primero es reconocer que existe el problema, que es un asunto de todos y por lo tanto debe ser debatido por toda la sociedad. Hay condiciones en la población para ese debate y la necesidad es urgente».
«Hay dos proyectos de nación, uno blanco y criollo, que nos excluye, y otro en el que participa la población negra. Ese es el verdadero proyecto de nación cubana, en el que cabemos todos, algo en lo que estamos enfrascados pero que aún está por construir».