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Pisoteando el silencio

img_27362 [1]Lejos de la historia oficial de la visualidad cubana, existe un grupo de artistas de la más reciente plástica  contemporánea, que vienen emplazando un discurso de ventanas abierta en el cual raza, historia y cubania son los principales protagonista. Ellos contribuyen a la sociología desde las imágenes, construyen funciones comunicativas de gran intensidad, sienten la urgente necesidad de sumergirse en el otro, manifestar abiertamente toda la multilateralidad de las desigualdades sociales en la Cuba secreta.

Son pocos los artistas de la plástica que han llevado al lienzo los conflictos de discriminación, marginalidad y exclusión que aun azotan al negro cubano. Artistas como Elio Rodríguez alias El Macho, Alexis Esquivel, Maria Magdalena Campos Pons, Rene Peña, Armando Mariño, Belkis Ayon, Juan Roberto Diago, José A. Toirac entre otros han intentado desde poéticas muy personales, visualizar las marcas corporales del conflicto (mestizo, negro, pobre y cubano). En este momento me viene a la mente el escultor Teodoro Ramos Blanco injustamente olvidado.

El Racismo continúa siendo la rabia mas disimulada de la sociedad cubana, un peligroso combustible que aun se reproduce de maneras misteriosa, se disfraza de muchas formas y la vez es la asignatura pendiente más silenciada por el poder. Racismo, Prejuicios y Discriminación  pesan como una losa en el cuerpo social, son elementos que se sienten anclados y conforme en un puerto seguro.

Todos estos artistas incursionan sin medias tintas en una realidad subvertida, se asoman a un mundo volcánico e insondable, cuestionan los discursos establecidos desde el poder, muestran nuestros cuerpos, nuestra conciencia atormentada, se asoman a un mundo en el cual negros y mestizos continúan excluido de todo  un sistema horizontal de opciones. Ellos han sido capaces de cruzar puentes difíciles, han sido capaces desde la estética de la diferencia y la identidad interrogar a la nación.

Merece una mirada muy particular la obra de Juan Roberto Diago, Rene Peña y Belkis Ayon Manso (1967-1999),  como compañeros de viaje forman parte de esa cofradía que se ha desvelado por restaurar al negro su linaje, dar cuenta que existe. En la obra de Diago y de Rene el negro como sujeto es el protagonista de sus obras, el objeto de sus obsesiones. Lo mismo desde el lienzo como la fotografía trazan su ruta por incursiones antropológicas en la cual el negro de acusado es el acusador, es el protagonista de su propia historia, toman por asalto la palabra, gritan con fuerza no más papeles secundarios. Develan todo un mundo marcado por la desigualdad, se rebelan abiertamente contra un canon secularmente impuesto por la hegemonía criolla. Sus obras son muy nacionalistas en torno a las identidades, un grito contra el silencio. Ellos desde la política de la diferencia no permiten que la racialidad como zona discursiva sea una mascara del silencio, penetran secretos compartidos, tejen y dibujan una parte de la historia de la Cuba de hoy  que aun no es negada.

Diago legitima en el denso mapa de nuestra ecología social, la belleza estética de la raza negra, su obra es el legítimo discurso a contracorriente que con honestidad se asoma también a la estética ruda del ghetto, destierra prejuicios en cuanto a la devaluación social del negro, construye la emancipación en la piel del otro mediante su discurso racial, religioso y sociológico. Tiene como patrimonio el ser el autor intelectual de una estética muy particular, con personalidad propia que fortalece la autoestima y el orgullo de ser negro aunque sigan comiendo cuchillos y habitando lugares como Pogolotti City, La Isla del Polvo o el Palenque donde la pornomiseria va minando la ciudad como un queso gruyere.

Belkis AYON como artista y persona contribuyo a disipar las diferencias intergeneracional en el grabado cubano, desde diversas tribunas defendió la emancipación de la diversidad. Una mujer humanista cuyo compromiso con el arte la hará permanecer en la historia. Estableció vasos comunicantes entre los iconos bizantinos rusos y la mitología de la Sociedad Secreta Abakuá en la cual restaura patrones de conducta e impone protagonismo alternativo. Lego una obra única en el arte cubano, sus fabulas establecen vasos comunicantes entre mestizaje y sincretismo, violento las normas y construyo un mundo propio en el cual Sikan es la protagonista, penetro la naturaleza del mito pero estimulo respetar y promover la cofradía en su sentido cultural mas amplio.

A muchos nos inquieta como todos estos artistas con una obra de enorme valor antropológicos están ausentes de las principales publicaciones culturales como La Gaceta de Cuba, Revolución y Cultura y La Siempre Viva, incluso en una revista tan especializada como Arte Cubano las ausencias son visibles.

Hoy la sociedad cubana necesita derribar muros de contención, precisa de los contradiscursos, pisotear barreras de silencio, visualizar  narrativas visuales que como plataforma crítica y reflexiva permitan sumergirnos en el otro y tomarle el pulso a los preocupantes latidos de la nación.

 

juan-madrazo-cir-coordinador-nacional-del-cir11 [2]Juan Antonio Madrazo Luna

Coordinador Nacional del CIR