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La culpa indeclinable

policia [1]policia [2]Tal parece que la indolencia criminal de la camarilla antihumana y anticubana que destruye a esta nación ─porque gobernar es otra cosa─ no tiene límites. Estremece, más allá de la lógica razonable, la frialdad y desfachatez con que pisotean los valores y principios que han enarbolado por seis décadas.

Por segunda vez en la historia una madre cubana, acompañada por muchas almas sensibles alrededor del mundo, tiene que llorar la muerte de un hijo que ha entregado su vida para lavar con su sacrificio la ignominia en que ha sido sumido el pueblo cubano.

Con casi cuarenta años de diferencia dos hombres, separados por su color de piel y  su origen social, e igualados, primero por su hombría ─ y eso en Cuba tiene un especial significado─ por su amor a Cuba, a la libertad y su compromiso indeclinable con la firmeza y el pacifismo, fueron entregados a la muerte por la cobarde soberbia de los hermanos Castro.

Al igual que sucedió en 1972 con Pedro Luís Boitel, poeta, líder estudiantil y luchador por la democracia contra el dictador Fulgencio Batista y el tirano Fidel Castro ─creo que es hora de tener el valor ético y político de poner las cosas en su justo lugar historico─ Orlando Zapata Tamayo, albañil, plomero y luchador por la democracia contra el tirano Fidel Castro y esa caricatura deprimente que mal juega a sustituirlo, murió después de más de ochenta días de huelga de hambre.

Zapata Tamayo, condenado a varias decenas de años por su lucha abierta y pacifica, murió simplemente porque sus victimarios se negaron a concederle una ínfima parte de las condiciones que ellos disfrutaron durante los pocos meses que guardaron cómoda prisión por la hazaña de asaltar un cuartel con el objetivo de matar cubanos que no habían cometido crimen alguno.

El caso que ese mismo líder con vocación de Mesías y alma de asesino que calificó de vacaciones la prisión política (20 meses) en que disfrutaba deliciosos puros, exquisitas comidas y confituras, visitas libres, pulcritud ambiental y total aislamiento de los reclusos comunes, desde que arribó al poder convirtió el martirio de los prisioneros políticos, a los que ni reconoce tal condición, y de paso de sus familiares, en una especie de macabro deporte nacional.

Con este acto incalificable de desprecio total por la vida y por los seres humanos queda confirmado que los gobernantes cubanos están totalmente enajenados de todos los valores y de toda la realidad.

El alto liderazgo de La Habana al carecer de valor personal y político para asumir sus responsabilidades y compromisos parecen imposibilitados  de imaginar que en Cuba existan hombres como Zapata Tamayo capaces de llevar su compromisos y sus convicciones hasta las últimas consecuencias y de paso despejar toda duda sobre la naturaleza criminal de este régimen de oprobios capaz de jugar tan sucio con la vida de los inocentes y vender la soberanía nacional al deprimente saltimbanqui de Miraflores por una gárgara de petróleo.

Ante la lógica reacción del movimiento opositor por la muerte de Zapata Tamayo se volvió a manifestar el temor que corroe a las tiranías en estado terminal y que invariablemente se manifiesta en los acostumbrados desenfrenos de represión y  terrorismo de estado, ante lo cual ha quedado demostrado una vez más que la determinación consecuente de los luchadores pro democracia en Cuba no tiene fisuras ni vuelta atrás.

Ante el lamentable hecho se ha desatado, como en otras ocasiones, una oleada de repulsas y condenas en la comunidad internacional donde nuevamente destaca la desidia e indolencia de una parte considerable de los gobiernos latinoamericanos. La clase política del sub continente hace un flaco favor a los esfuerzos por dar estructuración irreversible a la democracia verdadera en la región al persistir en el apaciguamiento, el apoyo tácito o explicito al único engendro totalitario que ha conocido el hemisferio.

¿Qué más tiene que hacerle el gobierno cubano a este pueblo para que los demócratas del mundo tomen conciencia y acción ante la dimensión y sobre todo el peligro de la tragedia?

Con la muerte se Zapata Tamayo se agrega un nombre más a la ya larga lista de mártires y victimas de este infeliz experimento. El paredón de fusilamiento, el estrecho de La Florida, cualquier guerra ajena e inútil, una de los cientos de prisiones que enlutan nuestra geografía son lugares idóneos para que algún luchador comprometido u otro inocente entregue su vida para garantizar que mueran en la comodidad y seguridad de sus lujosos lechos esos hombres que negociaron sucio con la esperanza de un pueblo cuando olvidaron sus promesas de libertad, justicia, pan y dignidad.

«Mi hijo ha sido torturado por el gobierno totalitario de Fidel Castro, asesinato premeditado, lo dice Reina Luisa Tamayo Danger con todo su dolor…mi hijo descansa en paz, solamente te mataron porque no te rendiste a ellos, porque no claudicaste, moriste de frente mi hijo, pero no de rodillas. El orgullo que lleva tu madre y seguirá tu ejemplo mi hijo y todos tus hermanos te seguirán siempre en tu memoria»

Las estremecedoras palabras de la valerosa  madre de Zapata Tamayo en el que de seguro ha sido el momento más duro y triste de su difícil existencia van a constituir una señal de culpabilidad indeleble para el gobierno cubano y un llamado a las conciencias de los demócratas de Cuba y el mundo ante el enorme reto de enrumbar a Cuba por el camino de la libertad, la concordia nacional y el respeto de la vida humana.

elical2004@yahoo.es

Leonardo Calvo Cárdenas
Vicecoordinador Nacional del CIR

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