racismoracismoUna vez más el Instituto Cubano de Investigación Cultural «Juan Marinello» convocó a un dialogo informal no publicitado sobre el racismo y los prejuicios raciales en Cuba. El encuentro animado por la periodista Gisela Arandia del desmantelado proyecto «Color Cubano» invitó a la discusión a Roberto Zurbano ensayista e investigador de Casa de las Américas, Lisette Vila investigadora y coordinadora del Proyecto Paloma, el Sr.  José Juan Ortiz representante de UNICEF en Cuba, Gabriel Cordech del Grupo Cristiano de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero, Sandra Álvarez, investigadora y periodista de CubaLiteraria y Esteban Morales economista del Centro de Estudio sobre Estados Unidos de la Universidad de la Habana y autotitulado especialista en la problemática racial cubana.

Desde el pasado 21 de Marzo del 2009 a un número muy reducido de  intelectuales orgánicos se le otorga el permiso  para representar un debate privadamente público sobre el Día Mundial contra la Eliminación de  la Discriminación Racial cuya proyección internacional esta ausente de los medios masivos de comunicación. El debate sobre la problemática racial en Cuba continúa secuestrado, no existen escenarios autónomos que faciliten una discusión amplia sobre agendas de cambios posibles. Los espacios institucionales están caracterizado por una alta densidad ideológica y  minados por la presencia de policías disfrazado de intelectuales, el aquelarre nunca sobrepasa las 40 personas. El deseo de hablar desde el dolor, la tristeza, desde la diversidad, desde la libertad esta confiscado.

Más allá del poder, desde la academia se asumen posiciones racistas y excluyentes al prohibir un análisis abierto del racismo como  asignatura pendiente e  incomoda para el poder. Los pliegos de demandas desde la última definición del desmantelado proyecto Color Cubano aun continúan congeladas. El merito de colocar el tema racial en la agenda publica lo tiene el movimiento Hip -Hop, mediante sus estrategias discursivas.

La Sociedad Cubana carece de agendas nacionales bien sistematizada, articulada, publicitada y compartidas por otros actores sociales. El poder de convocatoria al debate de cámara es estrecho, contaminado por la catarsis. Las agendas desde el campo de la cultura cubana no son  sistemáticas ni sistémicas, tampoco se articulan con otros espacios y problemas en el país. Tras la ruta de la desmovilización política de la sociedad cubana, el poder extremo  aun no quiere darse cuenta que formamos parte de un contexto internacional en la cual la situación de los afrodescendientes es tomada en cuenta en organismo internacionales y regionales de gran peso. Tampoco como sociedad no queremos darnos cuenta que formamos parte de un contexto caribeño, al menos desde la Habana a Camaguey. Estando Cuba en la orbita del Caribe somos vecinos desconocido, no existe intimidad con el Caribe francófono y el Caribe anglófono. Se desconoce el Atlántico Negro, su diáspora, la teología negra.  Están ausentes acciones públicas desde la alta política.

Cuba no sólo esta divorciada del Atlántico Negro, esta ausente de organismo de proyección mundial, mecanismos políticos y sociales como la Red Continental de Organizaciones Afrodescendientes, la Alianza Estratégica Afrolatinoamericana y Afrocaribeña, las cuales tienen como objetivos estratégicos combatir contra la discriminación racial a través de asociaciones coordinadas  por todo el continente. Al mismo tiempo de estar desligada del Movimiento Negro Continental, no forma parte de la familia del Parlamento Negro de las Américas así como del Grupo de Trabajo para la población afrodescendiente  en la Comisión de Derechos Humanos en Naciones Unidas. No se conoce de la presencia de Cuba en la Conferencia regional de las Américas sobre las maneras y desafíos en el programa de acción contra el Racismo.

Desde la sociedad civil se hace necesario  activar la conexión con el Atlántico Negro, con las redes sociales, tomar conciencia y desarrollar acciones publicas que permitan  el despertar de una conciencia ciudadana. Los derechos no se mendigan, se conquistan y más allá de la «legiones de los 40»  es necesario activar el ejercicio ciudadano. Los Cimarrones debemos salir de las trincheras y tomar por asalto el cielo pues tenemos el compromiso de defender la Cuba Martiana y Machista.

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Juan Antonio Madrazo Luna
Coordinador Nacional del CIR

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