Juan Gonzáles – Cubamatinal

‘Cuba profunda, habla’, una declaración suscrita por doce personalidades residentes en la Isla y destacadas en el periodismo, la cultura, la política y diversas parcelas del pensamiento político alternativo fue dada a conocer en esta capital.

La declaración suscrita en 29 de diciembre de 2009, da respuesta a los planteamientos hechos por intelectuales del oficialismo en respuesta a los reclamos y críticas hechas por 59 personalidades norteamericanas en relación con las exclusiones raciales en Cuba. La misma aborda el racismo, desde una amplísima tesitura. El análisis profundo de esta vieja asignatura pendiente desde la colonia, derriba viejos paradigmas y no rehúye encarar el fracaso del modelo político impuesto por la llamada revolución cubana.

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La compleja situación socio económica y zonas oscuras del entramado social cubano en la actualidad, son expuestas y analizadas por los firmantes sin iras, sin animosidades y sin posturas tendenciosas.

Los doce firmantes, personas todas de fácil acceso, resultan paradójicamente escurridizas y renuentes a hablar de sí mismas o de su participación en la redacción final del documento. Son en su mayoría, hombres ocupados en rematar alguna obra personal o colectiva y por experiencia profesional, declaro que los laboriosos y los ocupados son los sujetos más difíciles con los que debe lidiar un periodista.

Firman la declaración, Víctor Manuel Domínguez, Juan Antonio Madrazo, Lucas Garve, Jorge Olivera, Manuel Cuesta Morúa, Leonardo Calvo, Eleanor Calvo, Yusnaimi Soca, Víctor González, Juan Antonio Alvarado, José Idelfonso Vélez e Hildebrando Chaviano.

La declaración marca una diferencia en lo tocante a que logró la presencia tanto de líderes del Movimiento de Integración Racial (MIR) de tendencia liberal, como del Comité Ciudadano de Integración Racial (CIR) ubicados un tanto más a la izquierda. La ecumenización alcanzada integró en el propósito a individualidades tales como el ex prisionero de conciencia y miembro del Grupo de los 75 Jorge Olivera, junto a Manuel Cuesta Morúa y Leonardo Calvo. A intelectuales y escritores como Víctor Manuel Domínguez y Lucas Garve con el activista y abogado Hildebrando Chaviano y el antropólogo Alvarado Ramos entre otros.

Más allá de su proyección conceptual, la declaración se convierte en referente de lo que pudiera ser, un eventual grupo articulado en torno a un programa coherente. O quizás, una muestra significativa aunque incompleta del pensamiento político alternativo dentro de Cuba.

Aunque como se ha expresado, el racismo es la asignatura pendiente que la nación cubana arrastra desde la colonia, desgraciadamente existen tópicos y temas que le aventajan por su urgencia. Quizás esta sea la piedra de toque de la próxima república y de sus legisladores, ya en democracia. Como ya han afirmado algunos de los firmantes de la declaración, vivimos una discriminación racial sin odios, pero con exclusiones. No obstante, en Cuba existe odio. Pero, este vive en la mayoría silenciosa de los cubanos y está dirigido contra la élite sin alma que nos arrebató la libertad y el decoro a todos.

Primero sería la libertad y la tiranía descabezada por el esfuerzo de todos los cubanos. Después, sus legisladores tendrán que agarrar a este toro por sus cuernos y liquidarlo de una santa y buena vez. Aunque resulta obligatorio concluir con los firmantes, que el fin del racismo será una conquista cultural. Algo que quedará, claro está, para la próxima república y quizás para otra generación de cubanos.

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