201201211El blog de Iván García y sus amigos Leonardo Calvo, 48 años, historiador y politólogo y Juan Antonio Madrazo, 42 años, especialista en gerencia y servicios gastronómicos, ahora mismo son dos de las voces del cambio más lúcidas y coherentes en el mapa de la oposición cubana.

 Son disidentes por partida doble. Por un lado, desde hace veinte años Calvo y seis Madrazo, desean en lo más hondo que el gobierno de los hermanos Castro entre por el aro de la democracia.

Y por el otro, han entablado una lucha sin cuartel por la integración racial de los afro descendientes en todos los estamentos de la sociedad cubana. Esa tarea monumental la realizan como si fuesen misioneros. Educando, si es posible, persona a persona.

«Todo pasa por la educación a la sociedad. Abordar el tema racial en su contexto histórico. Esa es nuestra labor en el Comité Ciudadanos para la Integración Racial (CIR). No el racismo al revés. No debemos esperar que el Estado afronte el peliagudo tema. Si hasta ahora no la ha hecho, al contrario, lo minimiza, en el futuro no lo hará. Este gobierno no tiene respuestas al tema racial. Ni política ni culturalmente», asegura Leonardo Calvo.
La sede principal del CIR radica en casa de Juan Antonio Madrazo, en pleno corazón del Vedado habanero. Madrazo, un negro alto con voz de locutor radial, es el coordinador nacional de un movimiento que agrupa a medio centenar de activistas sin distinción de razas y obviando las preferencias políticas.

De manera académica asumen el tema de la discriminación racial en la isla. No es un problema creado por Fidel Castro. No. Pero Castro lo ha ninguneado. Y a día de hoy se ha convertido en una peligrosa caja de Pandora.
 
El trato injusto al negro y su ascenso en el plano social no se abolió en 1886 cuando por decreto de la Real Corona española se puso fin a las prácticas esclavistas.

Justo ahí, quizás, comenzó el miedo al negro. 58 años de república y 53 de revolución autoritaria de verde olivo no han cumplido las expectativas de los negros y mestizos en Cuba.

Que no son pocos. Si nos atenemos a los datos del último Censo Nacional de Población y Viviendas, realizado en 2002, los negros serían el 10.08% de la población y los mulatos el 23.84%, para un total de 33.92%, cifra que contrasta con el 65.05% de blancos (el 1.02% serían asiáticos). Pero existen muchas dudas sobre la veracidad de esas estadísticas. De manera festinada, los mulatos de piel clara que rehúyen de su raza, aparecen registrados como blancos en la papelería oficial.

Quizás los mulatos y negros conformen la mitad de la población en Cuba. Y puede que más. El caso es que no se cuenta con ellos en los círculos de poder. Tampoco en los altos cargos económicos y académicos.

Se saben los espacios que los cubanos de piel oscura ocupan en la isla: deporte, música popular, santería y cárcel. En las prisiones sí que son mayoría. El 88% de la población penal en la isla es negra o mestiza.
También son los que peor viven. Los salarios más bajos y los puestos de trabajo más duros. El historiador Leonardo Calvo no entiende por qué ha tenido que ser así.

«Desde la guerra de independencia, los negros y mestizos han luchado de igual a igual con los blancos para obtener nuestra emancipación. Y se han ganado los galones a golpe de arrojo. Mientras los independentistas blancos, por sus méritos y conocimientos, comenzaron la lucha con grados militares, los negros tuvieron que obtener los galones batalla a batalla», cuenta Calvo.

Para empuñar el machete en la manigua profunda o el AK-47en la ardiente selva africana se ha contado con los negros. Ya a la hora de repartir prebendas y cargos ministeriales se les aparta.

Juan Antonio Madrazo ha conocido en carne propia el ‘racismo socialista’ practicado en Cuba. El del compañero blanco del partido que se toma un litro de ron en la madrugada y te trata como un amigo, pero si tienes relación sentimental con una hermana se desatan las bajas pasiones racistas. Arde Troya.

Luego de graduarse con notas altas en Gerencia Gastronómica, Madrazo pasó a dirigir varios comercios. Entró de pleno en uno de los enclaves mafiosos y racistas. Donde los clanes y la corrupción se han juntado para armar un formidable cartel que roba y compra voluntades a destajo.
«En el aspecto laboral sentí el desprecio por mi color de piel. Imagínate, yo dirigía a ocho administradores blancos e intentaba aplicar reglas de juego transparentes. Ellos no aceptaban de ningún modo mi mandato. Hicieron todo lo posible para deshacerse de mí. Hasta que lo lograron».

Ya en 2005 Madrazo lo tenía claro. Para pelear porque se respetaran y aplicaran leyes integracionistas, había que emplear otras variantes. Por esa fecha conoce a Leonardo Calvo y a Manuel Cuesta Morúa (Calule) y comenzaron a cocinar el actual movimiento integracionista que cuenta con el apoyo de compatriotas mulatos y negros en el exilio como Juan Benemelis y Carlos Moore.
El prestigioso investigador colombiano Juan de Dios Mosquera, líder del Movimiento Cimarrón expuso una ponencia en el foro efectuado por el CIR los días 23, 24 y 25 de noviembre, evento que se desarrolló bajo el asedio de los tipos duros de la Seguridad del Estado, que detuvieron a una docena de activistas e invitados.
Mas que un abuso de poder fue una estupidez, piensan Calvo y Madrazo. «Lo que debió ser un foro sereno de debate, en un domicilio particular, lo convirtieron en una noticia. Ante los ojos de la prensa extranjera, como unos periodistas brasileños de la Globo presentes en mi casa o del propio Mosquera, quienes asombrados vieron el proceder represivo de la policía política», acota Madrazo.

Los activistas del CIR, dígase Madrazo, Calvo o Calule, son de corte académico. Su tribuna no es la calle ni gritar Libertad o Abajo los Castro. Ellos apuestan por debatir de forma sensata y sosegada el tema racial.

Y no se van a detener bajo ningún concepto. «No violamos la ley, pero tampoco damos un paso atrás», afirma Calvo. El año que viene resultara muy movido en la agenda del CIR.

En 2012 se cumplen 100 años del levantamiento del Partido Independiente de Color liderado por Evaristo Estenoz y Pedro Ivonet, que provocó una violenta respuesta del gobierno de José Miguel Gómez, al frente de cuyo Estado Mayor se encontraba José Martí Bazán, el hijo de José Martí. Tres mil negros fueron linchados.

Esa mancha oscura se pretende olvidar. De manera fugaz se estudia en los libros de historia de las universidades cubanas. Y se quiere acusar de anexionistas o racistas a los que pagaron con su vida la osadía de reclamar un lugar en el pastel político.

Con sus escritos, encuentros y foros, Leonardo Calvo y Juan Antonio Madrazo replicarán las tesis que desde la etapa republicana hasta la autocracia castrista, sostienen que aquel crimen monumental fue un ‘simple tropiezo’ sin mayores consecuencias en la historia de Cuba.

De lo que se trata, según Calvo y Madrazo, es que si algo une, por encima de ideologías, al gobierno de los hermanos Castro y a un sector importante de la sociedad moderna occidental, es el racismo intelectual y biológico al negro.

Ellos sienten que su lugar es debatir públicamente esas actitudes discriminatorias. Pretenden que se pierda el temor al negro. Llegó la hora de la integración racial. La real. No la del discurso oficial.

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